Muchos le dan el mismo significado
cuando les vienen a la cabeza los términos evaluación y calificación, pero
claramente son cosas distintas.
Lo que se toma como medida que, en
teoría, aumenta el deseo por aprender funciona totalmente al contrario. Tal y
como pone en la imagen, las calificaciones desmotivan y no aumentan el deseo
por aprender, sino que solo aumenta el deseo de no suspender. Solo se consigue
que los alumnos memoricen todo el temario sin, en ocasiones, sin entenderlo,
por lo que no queda el contenido almacenado en sus memorias a largo plazo,
realizarán la prueba escrita y a los pocos días olvidarán lo memorizado.
Otro aspecto negativo de las
calificaciones es la clasificación y la discriminación. Unos tienen notas altas
y otros bajas. Otros no superan la cifra de aprobados (un 5) y por eso pueden
quedar en el mismo curso de nuevo.
También está la baja autoestima. Si el
alumno ve que suspende siempre llegará a pensar que nunca llegará a aprobar,
llevándolo así a continuar suspendiendo, ya que no se esforzará para
conseguirlo.
En mi opinión la evaluación debería
cambiar en muchos aspectos si quieren que se convierta en un factor
motivacional, ya que con las calificaciones no hay buenos resultados respecto al
aumento de motivación.
Podemos hablar de
una enseñanza por proyectos, sin pruebas escritas (exámenes) que, a través de
las actividades realizadas por rincones en pequeños grupos de los que pueden
aprender mutuamente, hará retener en sus memorias por mucho más tiempo los
contenidos que con el método tradicional, que en muchas ocasiones solo produce
estrés y abrumamiento. También, al utilizar este método evitaremos que nuestros
alumnos caigan en la rutina, ya que pasarán por los distintos rincones haciendo
así cada día cosas nuevas de las que aprenderán.
Tened en cuenta que las
calificaciones, por muy importantes que las vean algunos, no miden la
inteligencia de los alumnos ni sacan a relucir sus talentos, solo es una forma
de clasificarlos.